Dedicatoria Especial:

A Fontanarrosa, gracias por tu humor maestro
A Douglas Adams, gracias por tus libros de la "Guia del Autoestopista Galactico"

sábado, 28 de marzo de 2009

Mi Profesor de Civica Decia La Verdad

Si, lo se, tanto leer libros buenos, autores que se re gastan en contar una buena historia, tantas clases de literatura componiendo y descomponiendo poesías y narraciones me esta afectando en la calidad de los títulos. Pero bueno considere que era mas idealista poner "Mi Profesor de Cívica Decía La Verdad", antes que algo menos épico como "Mi profe de Cívica", o algo mas cómico como "Mi profe de cívica y el papel celofán" o algo totalmente irreal como "Los profesores siempre dicen la verdad" (cabe aclarar que este ultimo titulo no va en contra de nada ni nadie, pero es que somos todos humanos, a si que no tengo porque describir a que vienen estas ofensas constantes a diferentes profesores, que yo creo incapacitados en ciertos ámbitos de la enseñanza. Ya conocen el dicho "errar es humano, pero echarle la culpa al otro es mas humano todavía"). El quid de la cuestión, es que en una ocasión especial, mi profesor de cívica, uno de lo profesores mas graciosos en su enseñanza seria y muy sistematizada, tubo toda y la completa razón en el asunto.
Desde tiempo inmemorial, aunque con suerte alguno se acuerde mas o menos de algo, se toma como la vejes como un estado superior de sabiduría, un momento alcanzado de la vida en el que la suma de las experiencias, los errores, las macanas, las metidas de pata, los francos desastres y las reales estupideces llevadas a cabo, dotan al hombre o mujer, dependiendo del caso, esto si, hay autores que discrepan entre esto ya que sostienen que muchos otros animales como los perros, los gatos, las hormigas y los ornitorrincos, también poseen este mismo conocimiento superior.
Lo se, parece, o bien que mi profesor es un anciano decrepito, o que lo estoy tirando re mal abajo. Pero, los conocimientos de la vida se acumulan con el paso del tiempo y también con la cantidad de macanas producidas en determinado lapso de tiempo. Nunca logre comprender si mi profesor de cívica se mando muchas macanas en su vida, pero no niego que si tiene una suma de experiencias bastante respetables. Aunque todos en el Arranz conocemos la historia del Profe y su hijo, Atahualpa, un elefante verde. Que escondió a uno de sus amigos dentro del maletín del profe y un día el profesor metió dentro una pulsera de plata, y bueno, el resto es historia, el maletín estallo en millones de pedazos (les recuero que si a un elefante de color se le acerca plata estallan). Esto es toda una experiencia, y es desde entonces que no tiene mas maletín.
Pero no es acá donde pretendía pararme. La historia sucedió en la parada del mítico colectivo 181, en la Terminal de Ramos Mejia. Yo me encontraba allí, escuchando música como si nada pasara en el mundo cuando, de pronto paso un auto. Un auto de los mejores, de esos de película, de esos que solo se permiten comprar asociaciones de multimillonarios y que rotan entre ellos, uno de esos autos cuyo precio equivale a la producción de manufacturas de un país central grande. En el techo de este auto había 5 grandes moños rosados. El vehiculo negro atravesó la calle y giro, prosiguió su camino lentamente como si nada le preocupara, como refregándonos a todos el presión inimaginable de dicho auto.
Me abstraje del mundo y recordé entonces claramente, como si el profe estuviese al lado mió susurrándomelo al oído. Lo que dijo en una de sus entretenidas clases de cívica. El experimentado dijo así: "si, en este país, se envuelven todo en papel celofán, le ponen moños y se lo afanan".
Es el día de hoy cuando puedo saber con toda certeza que tenia toda la razón del mundo.

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